miércoles, 26 de septiembre de 2012

Todavía me pregunto cuantos lobos nos tocarán en vida. M.Laura Blanco

Tras la polémica suscitada por la pobreza interpretativa de algunos lectores, no sólo de la localidad de Coronel Du Graty, surgieron muchísimas cartas en apoyo a la labor realizada por la red de talleres, la cual se ve hermosamente plasmada en el libro Arquitextos.
Ya muchos escritores, docentes y talleristas han hecho público su apoyo a esta labor y de manera -vale la pena decirlo- brillante.


Por mi parte sólo quiero sumarme a este apoyo pero fundamentalmente, defender públicamente la consigna y la publicación de los poemas.
Sé que para muchos, esto puede sonar como un texto “feminista” pero muy por el contrario, estoy aquí haciendo referencia también al importante lugar que le dieron los talleristas a la voz femenina.

La consigna dice: “(…) como bien apunta Ana Porrúa: 'En realidad la historia de los cuerpos de mujeres en poemas escritos por hombres es una larga historia. La poesía de amor tienen como uno de sus ejes la poesía sobre el cuerpo de la mujer por lo general bello, admirado y algunas veces tocado'. Y yo agregaría que, conozco muy pocos poemas escritos por mujeres donde el cuerpo masculino se presente con todo su vigor. Por eso para aguzar el ingenio, uno de los ejercicios que más hemos utilizado es la redacción de un poema que trabaje con la genitalidad masculina”.

Luego de ello siguen algunos poemas realizados en el taller, entre ellos el poema “Cópula” que tanto parece haber irritado a algunos “comentaristas de foro”, puesto que ni siquiera sé si podríamos llamarlos lectores ya que, de haber practicado cabalmente este actividad, no estarían cometiendo semejantes incoherencias.

En una entrevista realizada recientemente por Página/12 a la escritora Luisa Valenzuela, se le pregunta por qué existe el prejuicio, que hay en muchos, de considerar a las escritoras como “subversivas”.  Y ella contesta bellamente:

“–Por el temor a lo desconocido; siempre la escritura puede ser un poco subversiva y transgresora. La entrada de la otra mirada es un shock en este mundo que se supone estratificado, bien armado. Pero de repente surge una mirada distinta. Leí mucho a Lacan; en sus últimos años decía que la mujer no existe porque está fuera del lenguaje. Después te das cuenta de que es así, que la mujer está fuera del lenguaje porque los plurales son masculinos. Está bien, es cierto; pero inmediatamente agrega que la mujer está fuera del lenguaje porque no sabe decir su voz. Me parece que no hemos hecho más que decir con nuestras voces, como lo hicieron Virginia Woolf, Clarice Lispector, Silvina Ocampo. Las mujeres que están en este barco que se llama El mañana no toman la escritura como un hecho tan subversivo; creen que es algo natural. No entienden por qué las han puesto en arresto domiciliario.”

Esta respuesta que da Luisa, me pareció indicadísima para esta polémica por el hecho de que se trata de silenciar voces que construyen -y agrego que únicamente lo que transgrede un determinado orden puede construir-, y además porque se aplica a todos los escritores implicados en este debate, tanto hombres como mujeres.

He leído en varios lugares, foros y diarios inclusive, cómo juzgan de una manera indebida y totalmente fuera de lugar la postura de la autora del poema “Cópula” Myrian Castillo. El lugar que la mayoría del tiempo se le ha dado a la mujer como poetisa, es el lugar de escribir sobre príncipes y flores y, en caso de no hacerlo, se la tilda de “subversiva”. Creo que es tiempo de empezar a pensar que estas poetisas no sólo escriben desde la subversión, sino desde la naturalidad, tal como lo dice Luisa.

Que se proponga un taller de escritura desde otra mirada, corriendo el foco de esta sociedad machista y conservadora (y en ella incluyo a hombres y mujeres), me parece fantástico y que se publiquen dichos textos me parece doblemen-
te precioso.

Luisa Valenzuela termina su respuesta una vez más muy acertadamente: “Es más el peligro que se inventa desde el afuera y la necesidad de demostrar autoridad, de armar ese poder imaginario para seguir dominando una situación de palabra que siempre les perteneció a los autoritarios.”

Los peligros no son innatos, los peligros tienen sus creadores y en este caso ya sabemos con nombre y apellido quiénes son. 

Por último, recomiendo la lectura de “Si esto es la vida, yo soy caperucita roja”, un cuento de Luisa Valenzuela, aquí les regalo un fragmento de él:

“Mi madre me ha prevenido, me previene: cuídate del lobo, mi tierna niñita cándida, inocente, frágil, vestidita de rojo.
 
¿Por qué me mandó al bosque, entonces? ¿Por qué es inevitable el camino que conduce a la abuela?
La abuela es la que sabe, la abuela ya ha recorrido ese camino, la abuela se construyó su choza de propia mano y después si alguien dice que hay un leñador no debemos creerle. La presencia del leñador es pura interpretación moderna.
E1 bosque se va haciendo tropical, el calor se deja sentir, da ganas por momentos de arrancarse la capa o más bien arrancarse el resto de la ropa y envuelta sólo en la capa que está adquiriendo brillos en sus pliegues revolcarse sobre el refrescante musgo.
Hay frutas tentadoras por estas latitudes. Muchas al alcance de la mano. Hay hombres como frutas: los hay dulces, sabrosos, jugosos, urticantes.
Es cuestión de irlos probando de a poquito.
¿Cuántos sapos habrá que besar hasta dar con el príncipe?
¿Cuántos lobos, pregunto, nos tocarán en vida?”

Escritores y escritoras, lectores y lectoras, no dejemos que los lobos que siguen atravesándose en nuestros caminos opaquen nuestra construcción. 

Arquitextos no sólo es un libro valioso por lo que dije anteriormente, sino además porque refleja una verdadera libertad de expresión, que muchos buscan silenciar o ensuciar por intereses políticos autoritarios. Lo que molesta de Arquitextos es que se presente realmente como una opción, como una posibilidad, a la que cada vez son más los que se suman.

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