miércoles, 26 de septiembre de 2012

Consideraciones acerca del debate de la memoria - Javier Lencinas

En los últimos años un debate ha recobrado nueva intensidad ocupando el centro de la escena en diversos ámbitos y ha ganado espacios en los medios de comunicación. Si bien es posible encontrar discontinuidades con ciertos matices que los diferencian, si hacemos un recorrido cronológico por sucesivas épocas. También es posible encontrar aspectos nuevos, nuevas caras o facetas a un problema que no es tan nuevo si lo rastreamos a lo largo de la historia.


Quizá uno de los aspectos nuevos tiene que ver con la gran cantidad de publicaciones, tanto específicas (libros que desarrollan determinados aspectos de la temática) como publicaciones generales de alcance masivo -fuentes de acceso a todo público(1) en diferentes soportes- que abordan el asunto y los medios de comunicación masivos tienen una importancia destacada. Asimismo el debate no queda encerrado en los centros académicos cenaculares o en un grupo de intelectuales “especialistas” en el tema, si bien es importante destacar que es habitual convocar o hacer referencia a algunos estudiosos del tema.

Pero no hace falta ser especialista o estudioso para saber sobre un tema determinado, en realidad muchos de los temas que sistematizan los estudiosos todos los vivimos, los palpamos, lo sufrimos, lo sentimos, etc. Posiblemente la diferencia radica en que no somos concientes de tales cosas.

Para poder cobrar conocimiento del tema de la memoria podemos tomar un diccionario* en el cual encontraremos que el significado del término memoria tiene diversas acepciones, pero hay tres definiciones de las catorce que encontré que deseo destacar: una que define la memoria como recuerdo que se hace o aviso que se da de una cosa pasada. Otra de las definiciones expresa: exposición de hechos, datos o motivos referentes a determinado asunto. En último lugar aquella que afirma que la memoria es la relación de algunos acaecimientos particulares, que se escriben para ilustrar la historia(2).

El debate coetáneoHasta aquí un pequeñísimo recorrido por las conceptualizaciones que es posible encontrar al alcance de la mano.

Sin embargo es necesario destacar que cada trabajo desarrollado y cada autor van tocando o resaltando o rescatando una cara de una temática que puede ser encarado desde múltiples facetas que se enriquecen en una relación simbiótica. En tal caso Héctor Schmucler sostiene que “La memoria parece ser uno de los hechos fundantes de la condición de los seres humanos. Por tanto, no decimos tener memoria sino que la tenemos. En cada momento, lo que somos,…está estrechamente vinculado a lo que nuestra memoria puede reconocer en nuestro pasado.”(3) Es decir, una nota que nos caracteriza como seres humanos es el hecho de poder rescatar determinados aspectos que se dieron en otros tiempos, en otras épocas. Hechos que consideramos importantes destacar, resaltar, tenerlos presentes.

Del mismo modo Hilda Sabato, guiada por la definición de Yosef Yershalmi, quien asevera que la memoria colectiva se construye rescatando aquellos hechos que se consideran ejemplares para el sentido de la identidad y el destino de un determinado grupo, hace un aporte al debate al afirmar que la construcción de la memoria es una operación cultural que se funda sobre valores. Y en esta construcción el pasado se convierte en una cantera para la recuperación de materiales y experiencias ordenados como un relato que busca instituir un recuerdo ejemplar(4). En tanto sociedad, la memoria, podríamos decir, colectiva va destacando, resaltando, reconstruyendo aspectos destacados que podemos utilizar para la construcción del sentido de la identidad en cuanto grupo social con características propias.

Además, y en este punto coincide con Yosef Yershalmi, Héctor Schmucler destaca que “Cada grupo humano,… reconoce una memoria común. Más aún: el grupo… existe porque tiene una memoria común. Pero habría que añadir… que es la memoria de cada uno que se comparte, que es similar, que es común. La memoria colectiva… es la coincidencia de las similares o idénticas memorias por parte de un conjunto, que… por eso constituye el grupo.”(5) Incluso incorpora otra idea, otro aspecto a tener en cuenta para hacer un abordaje a esta temática compleja, al sostener que no hay una memoria sino memorias. Puesto que los distintos grupos tienen diferentes memorias, de este modo habría que hablar de las memorias que coexisten en un momento determinado porque no somos un único grupo; es por ello que no hay memoria única(6). Vale decir que en una cultura como la argentina y latinoamericana construida con los aportes de múltiples memorias que abonan los diversos grupos es imposible sostener que poseemos una única memoria. Debido a la diversidad cultural y por tanto diversidad de memorias es inevitable una construcción de la identidad que recibe el aporte de las diferentes memorias.

Formas concretasLos debates acerca de la memoria o las memorias por momentos parecen convertirse en una pura discusión abstracta, alejada de los seres de carne y huesos. No obstante tales luchas, van tomando cuerpo, y en algunas instituciones las tensiones se transforman en elementos más concretos. Una de las instituciones en las que los debates bajan a la realidad y se hacen concretos, palpables, es la escuela, institución en la que se refleja la sociedad con sus pro y sus contras. La escuela es el lugar en el que confluyen una gran variedad de grupos que le asignan a la institución múltiples responsabilidades como uno de los eslabones del estado que no está exento de tensiones encontradas en sentidos opuestos.

Si hablamos o pensamos en memoria/s con relación a la escuela, casi intuitivamente, con lo primero que  lo asociamos es con una asignatura en particular -poco más o menos como sinónimo- con historia. Dice Silvia Finocchio que historia y memoria se entremezclan en la escuela (en ocasiones se enredan, diría yo), asevera que en la educación -memoria e historia- tuvieron un papel fundamental en la construcción de la memoria nacional(7).

La escuela al formar parte del Estado es uno de los lugares de donde es posible observar las medidas adoptadas por las diferentes administraciones, y los sucesivos gobiernos manipulan los límites (¿a conveniencia?) de los contenidos a desarrollar en los establecimientos. En la segunda mitad del siglo XX se expandió el sistema educativo de un modo inédito y en períodos de masificación de la educación, al decir de Silvia Finocchio, se redoblan los debates -entre otras cosas- sobre las funciones que le caven al sistema educativo. Sin embargo, afirma la autora, “para la escuela primaria y media no significaron cambios de enfoque. La enseñanza de la historia permaneció ajena a la debilidad de la democracia y… las exclusiones que sistemáticamente había realizado de toda diferencia que contrastara con la imagen de una sociedad blanca, europea, educada e integrada.”(8). O sea, en ocasiones las instituciones educativas son impermeables las problemáticas que requieren de una abordaje complejo, multifacético y que indudablemente se nutre de heterogéneas miradas.

No obstante, los contenidos que se consideraban relevantes a la hora de enseñar se focalizan en la primera década del período de independencia argentina. Ni siquiera se juzgaban como importantes temas tan fundamentales para la comprensión de un mundo globalizado como son las guerras mundiales, ya que comprometerían la neutralidad del científico trabajar problemáticas tan próximas temporalmente. De este modo la enseñanza de la historia -en los niveles obligatorios- no contempla entre sus contenidos a abordar la historia reciente(9).

De modo que resulta dificultoso en extremo poder valorar en igual medida los aportes que pueden brindar los distintos grupos que conforman la sociedad toda, quedando así muchas memorias silenciadas, desconocidas o ignoradas. Sin embargo, a partir de los caracteres que destacan algunos estudiosos me surgen algunos interrogantes, ¿somos una sociedad homogénea como para construir una memoria única?, ¿son tenidos en cuenta los diversos grupos que conformamos la sociedad en general? Si la construcción de la memoria es una operación cultural, ¿cómo tener en cuenta los aportes que pueden realizar aquellos grupos que son desestimados? Si hay memorias, en plural, quién y cómo decide la memoria a tener en cuenta y cuál memoria desestimar. Si suponemos, junto a Schmucler, que hay memorias ¿cuál tendrá prioridad y por qué?, ¿qué lugar ocupan las memorias de los pueblos originarios, por ejemplo, en el debate?, ¿qué papel tienen en la construcción de la memoria colectiva?

Estas consideraciones sólo son un simple aporte que intenta avivar el fuego del debate, contar con elementos para enriquecer las discusiones. Y aún si encontrara una respuesta, la misma no podría ser ni rígida ni definitiva.


FUENTES
* Tomo un diccionario para iniciar el desarrollo del trabajo por considerar un elemento que debe ser infaltable en cualquier hogar, desde una familia del más lato nivel socio-económico-cultural hasta la familia más pobre que apenas tiene para sobrevivir.
1. Vezzitti, Hugo. “Un mapa por trazar”. En Puentes. Año 1 N° 1. Centro de Estudios por la Memoria de La Plata. Buenos Aires. Agosto 2000. p 18
2. Cfr. Diccionario de la Real Academia Española. Ed XXI, Tomo II, España, 1992. p 1352-3
3. Schmucler, Héctor. ¿Para qué recordar? Conferencia dictada en el Seminario Entre el pasado y el Futuro. En: Entre el pasado y el futuro: los jóvenes y la transmisión de la experiencia argentina reciente. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación-Eudeba. Buenos Aires. 2007. p 26
4. Cfr. Sabato, Hilda. “La cuestión de la culpa”. En Puentes. Año 1 N° 1. Centro de Estudios por la
Memoria de La Plata. Buenos Aires. Agosto 2000. p 14
5. Schmucler, Héctor. ¿Para qué recordar? Conferencia dictada en el Seminario Entre el pasado y el Futuro. En: Entre el pasado y el futuro: los jóvenes y la transmisión de la experiencia argentina reciente. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación-Eudeba. Buenos Aires. 2007. p 26
6. Ibident.
7. Cfr.  Finocchio, Silvia. “Entradas educativas en los lugares de la memoria”. En: Historia Reciente: perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Levín, F y Franco, M (comp.) Buenos Aires. Paidos. 2007. p 255-9
8. Finocchio, Silvia. “Entradas educativas en los lugares de la memoria”. En: Historia Reciente: perspectivas y desafíos para un campo en construcción. Levín, F y Franco, M (comp.) Buenos Aires. Paidos. 2007. p 261
9. Cfr. Ibid. p 263

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