miércoles, 26 de septiembre de 2012

Secretos y versiones al margen. Marcelo.A Caparra

Recuerdo una frase que más temprano mencionó un amigo (mi casa escondía un secreto en el fondo de su corazón).
Diego Romero, In somne. 

Hace ya unos cuantos años, en un ensayo llamado “Ideología y ficción en Borges” (1), Piglia elaboró la hipótesis de que en la narrativa de Borges se distinguen dos sistemas de relatos: un sistema tiene que ver con la oralidad, la historia, la memoria, el coraje. Y otro, emparentado a la lectura, la biblioteca ancestral (que roban los personajes de Roberto Arlt), el saber letrado.
Inevitable parece ceder a la tentación de las analogías, inevitables las simetrías, los vagos anacronismos. Si a esa tentación de analogar le dijéramos ¡vente pa'kí! Podríamos afirmar que así como es viable leer la propia narrativa de Piglia (narrador y crítico) desde su interpretación de la narrativa de Borges (narrador y crítico), podríamos digo leer la narrativa que hoy nos trae “Versiones al margen” del muy prolífico Diego Romero desde lo que enunciamos más arriba. Dos ríos torrentosos (y bien argentinos ¡claro que sí!), confluyen en la palabra de Diego Romero, confluencia que a veces es estuario y otras, cuenco de sí misma.



Sucede que, en realidad, ambas corrientes, la de la memoria y del coraje (que siempre exigen el relato oral) y la de la biblioteca oligarca (que exige siempre la palabra escrita), son modos de responder a la pregunta primera que, yo supongo, se formula un narrador: “cómo contar una historia” (es decir, “cómo narrar los hechos reales”(2)).

Claro, estas son preguntas que suponen, también, un recorte y un posicionamiento –que ya es político- en torno al problema del Canon y de la tradición. Pero no ese nuestro tema esta noche, no al menos por ahora. Preferiría caminar en otra dirección. Bordear el libro nuevo de Diego señalando, una vez más, que la literatura trabaja con la realidad, con el “mundo de referencia”. Sí: pero trabaja con esa realidad reelaborándola, traduciéndola a una lengua opaca.

Por un lado, Diego produce historias que cultivan la voz oral. Uno tiene la sensación de que “a estas palabras hay que oírlas, no leerlas”(3).

Por el otro, “el cuento es un relato que encierra un relato secreto. No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación. El enigma no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático. La estrategia del relato está puesta al servicio de esa narración cifrada. ¿Cómo contar una historia mientras se está contando otra? Esta pregunta sintetiza los problemas técnicos del cuento”(4).

Diego nos invita a una casa tenue (un relato) en cuyo resplandor (secreto) se puede vislumbrar una trama (latente, soterrada).

Y los personajes de Diego son prisioneros de su historia (5). Víctimas de un circuito cerrado, son los desahuciados que pierden el amor de su vida, el turno en una fumata sideral o esa idea que se garabatea inútilmente en la madrugada. Son prisioneros del relato: quieren contar su vida aunque sepan imposible agotar la experiencia, expresar su sentido.

Hay historias de amor que retornan sin cesar. Los locos enseñan cordura. Hay magia y por lo tanto, verdad, en su sideral desconexión. Diego pertenece a dos (o más) culturas, y por eso maneja varias lenguas. Ondula, se mueve en un territorio bien borroso, donde los sentimientos se superponen y duplican. Se siente cómodo ahí donde nosotros naufragamos. Hizo su casa en el mismo barrio donde viven la locura, la imaginación y el amor. Escribe porque hay una utopía posible, es decir hay fiesta, hay libertad (y yo, que sólo soy el presentador, escribo sobre Diego por confesada admiración, pero también por envidia. Y tal vez, también, porque reconstruyo mi propia vida al interior de sus textos). Hay una utopía privada, aunque este chico al que vi crecer ya no se chupe el dedo, aunque hayamos perdido la última inocencia.

Y él escribe. Aunque sepa que su casa esconde por siempre “un secreto en el fondo de su corazón”.

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1. En: Punto de Vista. Año 2, N° 5. Buenos Aires, 1979. 3-6. (Reeditado en: Ficciones Argentinas: antología de lecturas críticas. Grupo de investigación de literatura argentina de la UBA, compilador. Norma, Buenos Aires, 2004. 33-42)
2. Eso se preguntaba un personaje de Ricardo Piglia en Respiración artificial.
3. Borges, Jorge Luis: La trama. En El hacedor, Buenos Aires http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/borges/trama.htm
4. Piglia, Ricardo: Tesis sobre el cuento. En Crítica y ficción, Buenos Aires.
5. ¿Se parecerá, Diego, a sus personajes? ¿Será también él un neurótico como Harry Block? No lo sabemos. No lo podemos aseverar. No lo aseveremos.

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