sábado, 29 de septiembre de 2012

Aborto sí, aborto no ¡eso lo decido yo! / Rocío Gómez

En  Argentina, el aborto está legalmente condenado. El código penal lo tipifica como delito contra la vida y la persona y establece prisión para quien lo efectúa y la mujer que lo decide.


Sólo se establecen dos excepciones: (Art. 86) si el aborto se realiza con el fin de evitar un peligro de salud para la madre que no pueda ser evitado por otros medios o “si el embarazo es producto de una violación cometida sobre una mujer idiota o demente”. En el mundo del revés, deciden el cura y el juez.


Ahora bien… ¿Qué sucede con las que sin padecer una “patología psicológica” se encuentran en una situación de embarazo no deseado? ¿Es de suma necesidad ser violada para poder decidir sobre mi cuerpo y mi vida? ¿De dónde vienen estas construcciones que no permiten que las mujeres podamos ejercer libremente nuestro derecho a decidir?

EL ABORTO…
Es un problema de género: La permanencia del patriarcado como sistema de dominación y orden social posibilita mantener legitimadas ciertas ideas acerca de lo que las mujeres deben y no deben hacer. La posibilidad de abortar encarna uno de los actos más ejemplares de autonomía sobre el propio cuerpo y sobre el proyecto de vida. Las restricciones al aborto son consecuencia del modelo patriarcal. A través de las mismas se vulnera la libertad de cada una de nosotras a decidir sobre nuestro propio cuerpo.

Las mujeres estamos sometidas a un conjunto de instituciones, leyes, principios bioéticos, morales, etc. que responden a un sistema de valores androcéntrico, es decir que nuestra conducta se encuentra regulada por factores externos y ajenos a nosotras mismas.

Nuestra sociedad se encuentra dominada por la moral cristiana, que utiliza la represión sexual de la mujer como mecanismo clave para su opresión, negándonos el derecho al placer  e imponiéndonos  una sexualidad únicamente destinada a la función reproductiva, por lo que la maternidad, más que una opción pasa a ser una imposición.

La familia, el matrimonio, los sistemas educativos, la justicia, los medios de comunicación, etc se encargan de transmitir y perpetuar estos roles impuestos.

Un claro ejemplo de la fuerte influencia que ejercen en nuestra sociedad los discursos patriarcales se ve en el caso de Romina Tejerina, quien se encuentra privada de su libertad hace ya ocho años, cuando su violador sólo estuvo en prisión durante veintitrés días. Romina al igual que muchas otras chicas no denunció la violación en su momento por miedo y por el sentimiento de desprotección legal e institucional que sufrimos las mujeres frente a estos casos, donde se intenta culpabilizar a la víctima legitimando así las prácticas de violencia más aberrantes que se cometen hacia las mujeres.

Es un problema de clase: Por abortos clandestinos, las que mueren son mujeres pobres…La fusión entre capitalismo y patriarcado determina un acceso desigual a los recursos. Los sectores medios y altos pueden acceder a abortar en clínicas privadas donde se garanticen la seguridad y la higiene. Por el costo económico de éstas prácticas las mujeres pobres quedan excluidas de dicha posibilidad, por lo que se ven obligadas a someterse a procedimientos muy riesgosos que en su mayoría terminan en la muerte.  Además se debe tener en cuenta la imposibilidad de acceder a una  educación que les permita estar informadas y a métodos anticonceptivos adecuados a las necesidades de cada mujer. El Estado debería garantizarnos el acceso gratuito e igualitario a los sistemas de salud.

 Es un problema de salud pública: El aborto es la principal causa de mortalidad materna en Argentina y es un hecho constante en nuestra sociedad, se realiza clandestinamente; por lo que el debate no debería estar orientado a favor o en contra del mismo. El eje de la cuestión está en decidir si visibilizar y hacerse cargo de la problemática, evitando así tantas muertes de mujeres al año o seguir manteniéndolo en la clandestinidad. 

No es un problema de creencias, de fe, ni de culto. Por lo tanto la Iglesia no debería intervenir en este tipo de decisiones.  La iglesia es una institución que se basa en la opresión y sumisión de las mujeres. Pretende ejercer el disciplinamiento de nuestros cuerpos y nuestras vidas, no sólo inmiscuyéndose en el derecho a decidir sobre la maternidad, sino también en el ejercicio de la sexualidad.

Con su discurso “a favor de la vida” deja de lado la vida de las Mujeres que mueren a causa de la hipocresía con la que se manejan los sistemas jurídico y social a través de sus fundamentos religiosos. De aquí, que se hace sumamente necesaria la laicización y autonomía de los sistemas de justicia y educación.

El pedido de despenalización del aborto va acompañado de otros requerimientos fuertes como la educación sexual, para que la misma brinde información acerca de cómo evitar embarazos no deseados. La educación sexual, además de laica y científica debe asumir una perspectiva de género  para no reproducir prejuicios de tipo sexistas y discriminatorios hacia las mujeres y contribuir realmente a una concientización sana y efectiva.

El derecho al aborto es fundamental en la construcción democrática e igualitaria de una sociedad, ya que forma parte de los derechos de las mujeres, el derecho a su cuerpo y a una sexualidad sana.

Basta de patriarcado y que nos digan lo que hay que hacer. ¡Aborto libre y gratuito para que
decida la mujer!

No hay comentarios:

Publicar un comentario