ENTREVISTA A JORGE ROZE
(Por María Laura Blanco) “Quisiera que me expliquen ¿qué es
eso de ‘yo estoy con el gobierno’ o ‘yo estoy con el campo’? Porque se están
viendo las cosas más confusas que el ‘campo’ y el ‘gobierno’ ” expresó el
investigador Jorge Roze, entrevistado por Waykhuli. “Como crítico social, mi
trabajo es en realidad, precisamente ése: transformar lo que se presenta como
homogéneo en heterogéneo”.
En los últimos cuatro meses la Argentina vivió otra de las
recurrentes sacudidas a las que nos venimos acostumbrando en el último tiempo.
No sabemos qué porcentaje de argentinos sufrió, acompañó o reprochó el
conflicto que se supo presentar con diversos nombres: “campo vs. gobierno”,
“oligarcas vs. pueblo”, “golpistas vs. democracia”. Lo que sí sabemos es que,
de todo lo que escuchamos en los medios de comunicación y de lo que muchos
vimos “en vivo y en directo”, nos supimos encontrar con una heterogeneidad de
tal dimensión que llegado un punto se nos presentó todo demasiado difuso. Y la
verdad es que semejante galleta no la desenredamos tan fácil.
Frente al “homogéneo” (para ellos) – “heterogéneo” (para
nosotros) conflicto, entrevistamos Jorge Roze, que elaboró numerosos trabajos
de investigación sobre el movimiento de las Ligas Agrarias chaqueñas de los
años ‘73-76, para trazar un posible paralelo entre lo que fue aquel movimiento
y el conflicto actual, pero reflexionando principalmente respecto de la crisis
política que enfrenta el gobierno hoy en día.
Jorge Roze: Es difícil establecer una conexión entre lo que
fue el movimiento de las ligas agrarias de los ’70 con lo que está sucediendo
en el conflicto actual “campo- gobierno”.
Aquí, como entonces, no hay una burguesía que se beneficie
directamente en tanto sujeto enfrentado con el “campo”. No es como en aquel el
caso donde estaban discutiendo dos o tres empresas monopólicas (con Bunge y
Born como cabeza visible) contra “el Chaco como corporación” como denominé a la
alianza local.
Waykhuli: Si bien se hace mucho hincapié en la importante
producción del sector sojero, dentro del campo encontramos otro tipo de
producción donde se puede percibir tal vez con mayor claridad la diversidad de
productores y la existencia de pequeños productores. En función de esto: en el
conflicto actual ¿se puede hablar estrictamente de burguesías en el campo? ¿No
se presenta una política económica homogénea pensando en la “burguesía sojera”
pero que abarca a todo el sector agropecuario?
J.R: El tema es de nuevo, una fracción de burguesía que hizo
punta, la otra fracción que aprovecha esta cuestión crítica y tienen la
capacidad de construir una alianza social para golpear esa política de
gobierno, pero justamente la cuestión a dilucidar, es en esta alianza social
quiénes son sus componentes y dónde se produce el corte para abajo.
Porque al leer al MOCASE (Movimiento de campesinos de
Santiago del Estero), al MOCAFOR (Movimiento de campesinos de Formosa), a los
indígenas, al leer las declaraciones de todas aquellas fracciones, yo te diría
proletarizadas o más cercanas al proceso de proletarización que Federación
Agraria Argentina, se ve que estos sectores no discuten cuestiones de plusvalía
sino condiciones de existencia directamente. Ahí es dónde empezamos a
establecer cortes que nos permitan entender las cuestiones en juego más allá de
los discursos hegemónicos.
Y así, debemos tener en cuenta, preguntarnos cuestiones como
¿qué se esta discutiendo? ¿quién tiene la hegemonía del discurso? En términos
de beneficios ¿a cuántos van a alcanzar los mismos? A ¿quién dominantemente van
a alcanzar los beneficios respecto al termino de las bajas de retenciones?
Después hay que considerar el discurso del gobierno, que a
mi parecer no es un discurso irracional, loco, partidista. Si bien hay un
trasfondo de alguna fracción de burguesía que va a acumular a través de las
retenciones de forma indirecta, también hay una distribución objetiva de esa
plusvalía que sin retenciones va a quedar (por así decir) en manos de esos
cinco tipos, el 80% del beneficio en manos de 5 corporaciones y el 20 para toda
la otra comparsa que le sigue atrás[1]. No olvidemos de pensar en los grupos
internacionales vinculados con la agricultura capitalista: Cargill, Monsanto, etc.
Creo que hay como mucho hilo para cortar ahí.
W-Llegado un momento, el problema, que se había presentado
como una cuestión económica, parecía inclinarse a una cuestión puramente
política. Esto se pudo percibir más en el plano de los discursos, en el cual se
utilizaron modos violentos. Y se veía continuamente la imagen de sometimiento y
obediencia. Un discurso violento de ambas partes. Frente a esto Roze nos dice:
“Vos, decís como que hay un pasaje a lo político, sí es
cierto.
Ocurre que, cuando se constituye una fuerza social
determinada con un objetivo, en general siempre se constituye más de una fuerza
social. Así, cuando una fuerza social lanza una ofensiva dominantemente
política, obviamente hay otras fuerzas sociales que se están alineando contra esa
política.
Insisto, en la década del setenta no eran directamente los
productores los que se pelaban contra Bunge y Born: era una fuerza social
constituida por el Chaco 'como corporación': cooperativas, Ligas, la CGT,
alguna fracción del gobierno, los comerciantes, las cámaras empresarias, etc.
Contra el capital industrial monopólico que suponía también una fracción de la
clase obrera que orgánicamente opera con ese capital, de alguna manera se
relacionaba- política o socialmente- con esa fracción. Bittel mismo, en tanto
cuadro de la alianza triunfante en las elecciones nacionales del ’73, actúa
como un tipo del capital industrial monopólico al momento de asumir. Por eso el
enfrentamiento con las ligas.
Insisto, siempre tenemos dos fuerzas sociales, y en este
caso alrededor del 'gobierno' se estructura una fuerza social. Por ejemplo, D’
Elía en última instancia y sus piqueteros; ahí de nuevo tendríamos que revisar
qué fracciones sociales específicamente son ésas, si son desocupadas, si no los
son.
En cualquier análisis que hagamos tenemos que partir de
dilucidar estos dos ámbitos de enfrentamiento que se etiquetan más allá de sus
contenidos reales; en este caso como 'campo' o 'gobierno'. Que además cuando se
etiquetaron se perdió la diversidad, se perdió la posibilidad de
inteligibilidad del proceso y estamos pelando consignas.
Yo escucho que dicen 'Yo soy el campo, yo estoy con el
campo', Franja Morada aquí en la Universidad. O los que dicen defender el
'gobierno'. Quisiera que me expliquen ¿qué es eso de 'yo estoy con el gobierno
o yo estoy con el campo'? Porque se están viendo las cosas más confusas que el
campo y el gobierno".
"Como crítico social, mi trabajo es ese en realidad, es
desarmar, justamente transformar lo que se presenta como homogéneo en heterogéneo;
en la multiplicidad de sus componentes. Ese gran paquete abrirlo y ver que
cosas tenemos".
W:Hemos visto a D’Elía usar la violencia “en defensa del
gobierno” y al gobierno respaldándolo. ¿No respaldó el gobierno de Kirchner
–como el de Bittel en su momento- una forma ilegítima de la violencia, la misma
que condenó en otros sectores?
J.R: Sí, claro y lo dijo claramente. Lo dijo Alberto
Fernández, lo dijo después también Kirchner. Evidentemente son estrategias
posibles, parapoliciales, que tienen que ver con la limitación normativa en la
que los tipos tienen que mantenerse. Las 3 A tienen que ver con eso, Perón
organiza las 3 A para alinear a la gente de su partido, y termino siendo una de
maquina de matar.
También tenemos que empezar a entender éstas formas de
violencia ilegítima como tecnologías sociales operadas por el poder. Es una
tecnología del poder constituido cuando este tiene las manos atadas para usar
“legalmente” sus fuerzas represivas.
Empezar a hablar de coacción tiene que ver en mis trabajos
actuales con una nueva etapa, en términos de mi libro “Lucha de clases en el
Chaco contemporáneo”. En el libro lo que vas a encontrar, no serán muchos
enfrentamiento, pero sí se pueden hallar alineamientos, alianzas, políticas,
etc.
Mis hipótesis, refieren a que alrededor de un proceso
económico centralmente, o de la constitución de grupos económicos o de grupos
de burguesía, indisolublemente existen procesos de coacción.. Es decir, dar
vuelta el bordado y mirar la trama, por la parte de atrás.
Así, lo primero que uno ve es que todos estos procesos
tienen -abajo de si-, formas de coacción, económicas o no, directas o
indirectas, a través de políticas, etc.
Esa es una nueva lectura que estoy inaugurando y que la usé
con lo que tenía de inmediato, en el trabajo “Coacción y acumulación. El caso
de las ligas agrarias en el Chaco” por que después hice un trabajo con lo que
fue el Comando de Organización en el Chaco en la época de Bittel, es una nueva
línea que estoy empezando a trabajar.
W: Pero, el discurso que utilizó el gobierno, donde
claramente acusaba al “campo” de promover un golpe de estado, generando
indirectamente, el terror en todo el cuerpo social. ¿No fue en algún punto
descabellado y confuso?
J:R: Rubén Dri plantea algo de eso en un artículo que sacó
en el diario Pagina/12. Hay en mucha gente toda una imagen de inicio de golpe.
Que no es tan loco, a nivel de lo que sería la interna del peronismo, no
volverían los militares, pero podríamos ver que ciertas consecuencias de estas
políticas, o ciertos caminos serían liquidados (por ejemplo, los derechos
humanos). Estoy pensando si toma el poder Duhalde, concretamente, que es lo más
posible de ocurrir.
¿Por que digo esto? Dualdhe es un hombre que estuvo siempre
cerca del poder, ahora no esta siendo representado en esta política del
gobierno. Digo todo esto pareciera.
W: Por último Jorge ¿es muy loco, pensar que el miedo de
golpe de estado en el pueblo, viene más a colación del “terror” a caer en una
crisis económica como la del 2001, que en un terror a que se vuelvan a violar
los derechos humanos?
J.R: Mirá los que trabajamos en derecho humanos, todos los
intelectuales críticos tenemos una especie de imagen de creer que la sociedad
nos acompaña y no hay que estar muy seguros de ello.
Ése es el primer estado de conciencia que tenemos que
asumir, el hecho es que cada vez que se afecta el bolsillo reaccionan ciertas
fracciones sociales, y que por el contrario si afectan ciertas condiciones
humanas a otros, no importa tanto.
[1] Aclaración posterior del entrevistado: Los datos
actualizados a 2007 que ha presentado el propio Gobierno indican que el 4% de
los productores de soja da cuenta del 60% de la cosecha, mientras que el 85%
sólo produce alrededor del 20 por ciento
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