BORGES A LA ZALAZAR.
"Qué chef detrás del chef el morfi empieza"
Ingredientes: 3 toneladas de genes inteligentes[1], un papá
librepensante y una mamá ultra añeja y aristócrata, 3/5 de espejo molido en
mortero de timidez, 8 gramos de extracto fantástico y una Biblioteca infinita,
dos tazas de miopía gradual, trocitos de desierto y relojes blandos, una salsa
universal de soberbia, doble modestia y laureles de arrabal, media docena de
Palabras con olor a Nobel e Ironía inglesa a gusto.
Preparación: Comience por destrenzar las toneladas de genes
inteligentes y viértalas en una careta no tan grata, de anteojos gruesos en los
posible. Aguarde 3 o 4 años, hasta que la persona se manifieste, y arrímele una
biblioteca infinita con extractos de letras fantásticas. Déjela macerar de
realidad y burlas hasta que precise el polvo de los espejos y ya no pueda
prescindir de una madre pegajosa y un ateísmo paterno. Recién cuando la persona
esté consciente de su condición anormal agréguele las palabras “escepticismo”,
“misantropía” y “sofisma”, en tanto le espolvorea miopía gradual junto con la
ironía inglesa. Después desterritorialice su persona, empápela en vanguardia y
retórnela sofisticada.
Una vez conformada su visión de mundo ya puede hervirla en
tinta y permitirle el fervor de buenos aires y la cercanía a la aristocracia.
Introdúzcala luego en los laberintos de la ficción y embébala en los caldos de
arena, puñales, tigres y relojes. Déjele contaminarse con la infame dictadura y
malhablar del pueblo.
Finalmente, cuando vea que su persona ya no ve y que ha
producido los mejores cuentos del país, arrímele un olorcito a nobel, vierta en
su rostro la salsa universal y termine de espolvorearle la ironía.
Cuando esté listo sumergirlo todo en Ginebra y consumirlo
durante la eternidad.
Tony Zalazar
[1] Para obtener medio kilo de genes inteligentes debe
preparar una biblioteca de 7000 obras literarias como mínimo, que sean clásicas
y bilingües (inglés-castellano). Y encerrar ahí dos generaciones de lectores.
Al tercer descendiente de estos lectores ud. puede recién entremezclar para
obtener el peso de genes inteligentes señalados.
Para paladares exquisitos
SUBGERENCIAS DEL CHEFF
Aderezo y guarnición
Para lograr una sazón mediterránea, sume lentas cucharadas
de mostaza. La que vendió a Cleopatra y vendieron los griegos y envenenó sus tibios
sueños de grandeza. La que salvó al persa ciego de la muerte, la que costó tres
imperios a este siglo. La que mató a mi padre y acabará conmigo.
Postre
Sólo media cucharada de infinito dará al paladar
reminiscencias de determinismo intolerable. Una divina comedia de rancia
oligarquía y un pasado literario en finas fetas, civilización y varvarie
(varios trozos) servirán de guarnición y de autoría.
Final de boca
Rapé británico de Cuba e infusiones británicas de Oriente,
ultimarán (con lo propio y con lo ajeno) una velada dulce de deleites. Una
medida de sangre made in England, extenderá un bouquet de luto fermentado.
Escena del crimen
Un balcón, una noche después de mil y una. Una ciudad que
puede ser ninguna. Una lengua que certifique la mentira y una cena que prometa
ser la última. Tu casa ya no es más tu casa, aunque aún estés ahí.
Una cautiva de sangre y de semilla, una noche que mira con
mil ojos, un bandoneón inventa algo olvidado: hunos, vikingos y Malvinas; donde
hubo gente, cenizas quedan, tenientes, oropeles y mitologías.
El menú se repite en penitencia. Ciego y solo; como orinar
contra la oscuridad. Zalazar o Borges. No sé quién de los dos urde esta receta.
Pero no se prive de un poeta cada tanto. La poesía, sin por qué, receta porque
receta.
Mario Caparra
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