Dos encumbrados sibaritas del banquete literario regional sugieren sabrosas alternativas para lastrarse un Luis Argañarás, manjar típico del Nea. Tony
Zalazar recomienda “Un Argañarás a la olla popular” mientras que Mario Caparra propone un híbrido
de su autoría: Luisarga a la
Hamelín (o: “Puerco en quena”)
* Argañarás a la olla popular
* Luisarga a la Hamelín (o: “Puerco en quena”)
* Argañarás a la olla popular
inútil revolvé el
cucharelo / que la sangre no se guisa
inAgredientes:
un alma de nutritiva eufonía, medio trozo encaneciente de lúcido marote, un
inhábil caracú santiagueño, dos puñados de vértigo septembrino, 19,61
miligramos de sudor obrero, una máscara de agua pura, 2 toneladas de humo y
lomo intertextual, 4 hectolitros de saliva lenta y sutil, trece trizadas tizas
de sal y harina, una esquiva zanahoria, casi dos metros de elástica carne,
ochenta kilos de argumento lírico, finas fetas de perfume, crubicas de hostia
maculada, un místico mistela, una cuba o damajuana de memoria y, para el toque
final, un corazón de bardo libertario.
Comience por destapar la olla y verter en ella el alma sustanciosa del sonido, zambúllala como a bebé en baptisterio, y permita que se alcen melodías anímicas y cantos bulliciosos sobre el álgido fuego social. Y mientras la llama del hambre le hace cosquillas en la panza al destino y el humito vaporoso de la tradición se le impregna en el marote (aflojando ideas mocosas y abriendo el olfato a una vida de caldos y cadalsos), ralle sin recelos las hostias maculadas sobre el místico mistela y revuelva el potaje a cien revoluciones por ahora; revuelva hasta que una fe de poético color café surja del menjunje no deje de batir, bata y rebata, no se abatate ni arrebate, bata hasta hacer del Argañarás un ser de convicciones luminosas, hasta que chispas de revolución saque su lengua. Y después de que tenga la esencia bien revuelta recién puede agregarle sus miligramos de sudor obrero, la máscara de agua pura y la mezcla de herencia santiagueña con vértigo septembrino.
Luego, cuando el hervor del alma se manifieste en explosivas burbujas de indignación, deberá tiernizar la elástica carne de un cuerpo en pena, con golpecitos certeros de belleza y líricas imágenes de la resistencia, Ud. sentirá cómo las penas se le ablandan al hablar de la esquiva zanahoria y vaticinar el fin de los que la blanden con despótica soberbia. Una vez que alma y cuerpo concilien sus deseos en abrazo fraterno arrime por fin la carne a la olla, pero cuide de hacerlo con esa suave lentitud de la miel al ofrecerse a la sed. Observe si el cuerpo emana su saliva de salvación. Si lo hace tape inmediatamente la olla por un par de años.
Cuando los años acumulen corrupción y decepciones entorno a la carne, amortaje a la muerte de sus ideales con fetas de perfume y trizadas tizas de sal, así verá cómo reencarna en el lomo de Argañarás el humo de la tradición vital. Amase sus tizas de harina hasta hacer estrellas en los ojos del hambre, agite en la cuba las gestas de la memoria y sacuda la dulce sangre de su corazón libertario hasta estallar las venas del silencio.
Finalmente, si oye en el vientre de la olla el rumor de olas crepitando el nervio de la desigualdad, destape sus ojos y llame a la gente que Argañarás ya está listo para alimentar sus mentes.
Comience por destapar la olla y verter en ella el alma sustanciosa del sonido, zambúllala como a bebé en baptisterio, y permita que se alcen melodías anímicas y cantos bulliciosos sobre el álgido fuego social. Y mientras la llama del hambre le hace cosquillas en la panza al destino y el humito vaporoso de la tradición se le impregna en el marote (aflojando ideas mocosas y abriendo el olfato a una vida de caldos y cadalsos), ralle sin recelos las hostias maculadas sobre el místico mistela y revuelva el potaje a cien revoluciones por ahora; revuelva hasta que una fe de poético color café surja del menjunje no deje de batir, bata y rebata, no se abatate ni arrebate, bata hasta hacer del Argañarás un ser de convicciones luminosas, hasta que chispas de revolución saque su lengua. Y después de que tenga la esencia bien revuelta recién puede agregarle sus miligramos de sudor obrero, la máscara de agua pura y la mezcla de herencia santiagueña con vértigo septembrino.
Luego, cuando el hervor del alma se manifieste en explosivas burbujas de indignación, deberá tiernizar la elástica carne de un cuerpo en pena, con golpecitos certeros de belleza y líricas imágenes de la resistencia, Ud. sentirá cómo las penas se le ablandan al hablar de la esquiva zanahoria y vaticinar el fin de los que la blanden con despótica soberbia. Una vez que alma y cuerpo concilien sus deseos en abrazo fraterno arrime por fin la carne a la olla, pero cuide de hacerlo con esa suave lentitud de la miel al ofrecerse a la sed. Observe si el cuerpo emana su saliva de salvación. Si lo hace tape inmediatamente la olla por un par de años.
Cuando los años acumulen corrupción y decepciones entorno a la carne, amortaje a la muerte de sus ideales con fetas de perfume y trizadas tizas de sal, así verá cómo reencarna en el lomo de Argañarás el humo de la tradición vital. Amase sus tizas de harina hasta hacer estrellas en los ojos del hambre, agite en la cuba las gestas de la memoria y sacuda la dulce sangre de su corazón libertario hasta estallar las venas del silencio.
Finalmente, si oye en el vientre de la olla el rumor de olas crepitando el nervio de la desigualdad, destape sus ojos y llame a la gente que Argañarás ya está listo para alimentar sus mentes.
* Luisarga a la Hamelín (o: “Puerco en quena”)
Érase un chef de masas transpiradas; un sommelier
de tetra con porcino; un gourmet de empanadas, locro y vino; un híbrido "made in" Ananga Ranga.
Luis es un
manjar, se coma como se coma. Y aparte ¿qué más placentero que cocinar a la
competencia? La complicación es reconocerlo y aprehenderlo. Como está en
extinción, este raro mamífero chaqueño desarrolló mecanismos sutiles de camuflaje
(como el oxímoron, la contradicción, la paradoja) que le permiten confundirse
con el entorno. Y encima están los putos de Greenpeace...
¿Pero quién es
Argañarás? ¿Un ángel en overall? ¿Un cielo en tetrabrick? ¿Un cocktail de
pasiones profilácticas? ¿Un revoltijo de
alma y cuerpo en pena?
Argañarás no
es un plato. Y es un plato. Ni siquiera en este punto se decide.
Él dice que vive en un planeta / con su luna
su música sus mares / sus ballenas sus bosques sus desiertos / sus perros
callejeros sus mendigos / de risa ausente en vagarosos días / de luz
desmigajándose al oeste. Y si bien evoca: años atrás ansiaba recorrer ese universo como phileas fogg admite que hoy es más simple / beberme / ese universo / desde mi casa / mi whisky mi
escritorio / por internet o discovery channel.
Pero ¿dónde encontrar un buen luisarga? ¿en qué canal
está? ¿en el canal de las pagodas las mezquitas las pirámides / los
golfos las penínsulas los fiordos? ¿O en el que obsceniza la masacre / el /
exterminio en directo / el lobo / despeñándose hasta el hombre / y hasta un
niño / de ojos extrañamente iguales / a los míos / diciéndome adiós / desde la
pantalla?
¿Dónde? Más allá. Más allá de su forma en el
espacio, más allá de su nombre que no nombra.
Más práctico,
más económico, sería descartar algunos sitios donde NO está. Por ejemplo: NO
está en ninguna Feria del Libro del mundo. NO hiberna en oficinas clausuradas. NO
hiberna en catálogos oficiales. NO está en ningún sitio del planeta los
sábados a la mañana. No está.
En cambio se
lo ha visto últimamente soñando con un golpe de tiempo y de belleza”. Se lo ha visto persiguiendo delitos, íntimos
crímenes cotidianos como el pan o como el hambre y recorriendo la difícil, la esquiva, la escondida / senda de la alegría a la tristeza,
junto a quienes cortan rutas pero abren caminos. Se lo ha visto sangrar en las
aguerridas luchas del cuerpo por querer ser alma al grito de ¡Hasta la victoria siempre Trilce!
Luis es un manjar, se coma como se
coma. Pero ¿de dónde saco uno a esta hora? Está en cada uno de
nosotros / y en estas palabras suyas / y en la luna rodando por Callao. Pero
¿dónde ¿DÓNDE? Es posible que, si ya no lo encontró, no lo encuentre nunca y en todo caso, no seré yo quien se lo diga.
Quien desee cocinarlo al Luicho, que deberá cocinarme a mí primero.
Quien desee cocinarlo al Luicho, que deberá cocinarme a mí primero.
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