miércoles, 26 de septiembre de 2012

Consideraciones acerca del amor- Lucas Diel

Aprovecho la oportunidad de poder escribir en esta revista, esta vez sobre un tema bastante cotidiano como es el amor. Que puede ser abordado desde alguna perspectiva filosófica o quizá también desde la psicología, la política y otras ciencias. La especificidad del tema es el amor de pareja, las relaciones de parejas, entre amantes, y el interesante tejido que se crea en dichos acontecimientos. 


En lo que atañe a la monogamia, esa forma de amor propuesta desde varios ámbitos como la Iglesia, el cristianismo en general o el registro civil también (registrando a cada pareja en la lista de las parejas de los distritos provinciales y nacionales), reviste de una forma tosca al amor. Pues se trata de un amor unidireccional, donde pareciera que una persona encausa todo su caudal de amor sexual, cariñoso, afectivo, moral, político, intelectual, y hasta a veces místico en una sola persona; esa segunda persona termina siendo la que recibe todo ese amor y lo intenta devolver de la misma manera. Entonces: imagínense dos fuerzas que permanentemente pretenden simbiotizarse y encima lo hacen con el afán de durar así por el resto de la vida. Esta es la idea que queremos combatir.

Como ya lo han dicho algunos anarquistas, que ya citaremos, el amor tiene tantas formas de expresión como facetas humanas hay, naturalmente el humano no está apto para vivir atado a un único sentimiento que se dirige hacia una única persona; más bien el humano intenta por instintos naturales a desperdigar su amor y tener la capacidad de amar a varios a la vez. Digo, a varias personas, pues se tratan de amores distintos en cada caso. Siempre uno puede tener la posibilidad de amar a una persona y no por eso reprimir otros amores fugaces, naturales, que aparecen en el caudal de sentimientos humanos. Es muy probable que dos seres practiquen el amor libre y sin embargo permanezcan muchísimo tiempo juntos enamorados sin visitar otros cuerpos, pero esto depende de los casos, cada pareja sostiene un lazo único, que sólo esos corazones pueden sentir. “El amor libre comprende -y la libertad sexual implica- una serie de variedades adaptables a los diversos temperamentos amorosos o afectivos: constantes, volátiles, tiernos, apasionados, voluptuosos, etc.”. (E. Armand. El amor entre anarcoindividualistas).

Además, hay que tener en cuenta que el hecho de querer poseer absolutamente a otra persona es una manera de ejercer poder y mantener dominio sobre otro. Teniendo al cuerpo como propiedad privada, quizá el hecho de que las personas se amen libremente, respetando sus respectivas libertades, asumiendo su rol en cada momento y lugar, las relaciones hasta podrían ser más duraderas; situación ésta tan anhelada por el matrimonio monógamo. El sexo no puede transformarse en impedimento o coto de un amor fuerte, el asqueroso adjetivo “guampudo” o la acción “meter las guampas” son horriblemente condenatorias y humillantes. Siendo que es algo muy hermoso ver a una persona que haya podido ejercer la libertad y siga amando con toda sabiduría y paciencia a otra, que posiblemente esté situada en su corazón. Creemos que los sentimientos humanos se van acomodando con el movimiento del cosmos y eso hace que sea imposible querer imponerle a la naturaleza de los sentimientos una única vía de encauce. Los sentimientos están hechos para explayarse, para hacer felices a los humanos. “Día vendrá en que, domado el atavismo sentimental, las mujeres puedan ser libres sin que nosotros seamos infelices. Arrancados de la educación cristiana, nos acostumbraremos a mirar en el amor una cosa fugaz, como todo lo que vive”. (Roberto de las Carreras, El marido y el amante). No negamos el sufrimiento, de hecho, pensamos que es ineluctable, imposible de elidir. Pero justamente por eso, no queremos que el miedo al sufrimiento nos transforme en esclavos y no podamos gozar de la inmensidad del amor.

Normalmente los sufrimientos en este ámbito están dados por los celos. Es innegable que los celos son condición natural de los humanos, pero también es innegable que los humanos no nacieron para perdurar monógamamente durante la totalidad de sus vidas. Cuando uno otorga afecto a una persona, cuando da, crea para otro un regalo de amor; de tratan de cosas que hacen bien, cosas positivas, que ayudan al crecimiento de las relaciones humanas. Por el contrario, cuando una persona despierta su instinto celoso para con otra o para con un grupo, cuando otorga celos (y por medio de esto piensa que está actuando por amor a quien cela), se lastima. Con el celo se otorga algo negativo, destructivo, odioso, buscando sólo el interés y el cuidado de quien cela. Como ya dijimos, es indudable que el celo es algo natural, innato, instintivo; tampoco es dudable que daña, como mucho de lo natural; verbigracia: las adicciones, el instinto suicida, las catástrofes ambientales, etc. Se trata del complicado daño de la vida, se trata de la convivencia en el marco de una lucha vital; un “tira y afloja” entre lo que nos hace bien y lo que nos hace mal. Normalmente esto tiene que ver, en lo que respecta a las relaciones de pareja, con el grado en los que uno practica cada fenómeno, con los celos, diríamos que es bueno tenerlos en un 25%, no más celos que eso. Lo demás, es sólo dañino. “El amor tal y como lo entienden los celosos es, por consiguiente, una categoría del anarquismo. Es una monopolización de los órganos sexuales, palpables, de la piel y del sentimiento de un humano en provecho de otro, exclusivamente”. (E. Armand. El amor entre anarcoindividualistas). A no confundir tampoco amarse libremente con amarse “sin compromisos”. La cosa es bastante simple (al menos una de las varias dinámicas de pareja que propone el amor libre) puedo acostarme contigo, contigo y contigo; mas mi corazón pertenece a una única persona. ¿Y qué representa el corazón aquí? El lazo leal hasta la muerte, el acompañamiento sentimental en todo tipo de situaciones, lo que llena el alma de un mortal, aquello que ningún tipo de acumulación de prestigio o bienes materiales puede llenar; el apoyo fuerte de un corazón a otro, eso no puede separar una simple y hermosa encamada, donde el amor es tan solo primavera. Si un amante puede debilitar a uno de esos corazones, el lazo es tan débil como el amor. La exigencia de fidelidad en lo sexual es tan avara como egoísta, estas podrían ser las preguntas que guíen este sentimiento: ¿Cómo no puedo llenar completamente sus expectativas? ¿Por qué no lo puedo tener todo para mí? Egoísmo malsano y avaricia. Sin duda es un problema moral, pero también un problema social, tal como veíamos al principio al hablar de matrimonio y unión civil. Este tema social y de relaciones humanas tiene una particularidad muy interesante. Es que cualquiera puede opinar y fundamentar desde su propia vida, desde sus situaciones singulares con sus parejas, amantes y amigos; y cada uno podrá colocar aportes ricos sobre la mesa de discusión. Más allá de que existe teoría al respecto, es un tema que se enriquece en la medida que se sigan sosteniendo relaciones amorosas entre los seres, pues seguramente es algo que nunca se extinguirá. Y el día que se extingan estaremos fritos, nosotros y el mundo.

En definitiva, el cuadro que queremos dejar en la mesa para debatir es si acaso la monogamia es una práctica que tuvo éxito en la historia del hombre, y ni si quiera del hombre, miremos nuestras propias vidas y sincerémonos. Los sentimientos humanos son fenómenos sumamente respetables, por lo que resulta completamente injusto encasillarlos en una sola práctica y desvalorizar las otras, proponiendo como verdad superadora que el amor monógamo es realmente amor, que lo demás es engaño, “guampas”, traición, etc. Nos parece un tema importante, porque así como organizamos nuestras prácticas sentimentales, trasladamos esto a la organización y el modo de pensar de nuestra sociedad, donde en ni uno ni otro caso existe una única posibilidad, un único camino correcto y favorable.



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